La triada foral navarra

Navarra es muy compleja políticamente y por eso las próximas elecciones presentan un escenario endiablado. Las encuestas que van apareciendo, además, apuntan unos datos que, cuando menos, resultan extraños. Por ejemplo, uno duda mucho de que la misma empresa demoscópica que hace cinco meses le daba 18 escaños a UPN en el Navarrómetro, ahora le asigne 14 en el grupo Vocento. O fallaron cuando entonces o se han equivocado en la publicada el lunes y han puesto de cocinero a Carlos Arguiñano. Ni idea.

Un artículo de
JUAN JOSÉ DOMÍNGUEZ

Lo que sí es evidente, y no se basa en pronósticos, lo muestra la otra radiografía sociológica de Navarra, y que, desde luego, vota, aunque ya veremos cómo. Llamémosla la triada foral. ¿En qué consiste? Para la mayoría de los ciudadanos navarros, cualquiera que sea su ideología, la adscripción con la que más se identifican estriba en su identificación con Navarra: puede ser en versión vasca, regionalista pura o española. Pero, sin lugar a dudas, los fueros, su monumento, el Osasuna, el pacharán, los Sanfermines y la bandera de la Comunidad Foral son inquebrantables. Por eso, si preguntásemos a un votante de los partidos que concurren en las elecciones, ninguno rechazaría la simbología que he expuesto anteriormente.

En segundo lugar, la mayoría de los navarros son conservadores y otra adscripción a la que se apunta una gran mayoría de los votantes de aquí radica en su militancia activa o pasiva en relación con la religión. De nuevo, en este punto, comprobamos como coinciden todos los partidos políticos. Desde los que participan en las comunidades de base cristianas y hacen proselitismo de la teología de la liberación, pasando por los que celebran ceremonias religiosas y, finalmente, los fuertes vínculos de sectores sociales con el Opus Dei. Ejemplos: las procesiones, la Javierada, las celebraciones del 7 de julio, la Virgen del Yugo, San Saturnino, etc. Se quiera o no, la Comunidad Foral tiene interiorizada una relación intensa con valores católicos. Otra cuestión distinta depende de cuánto hay de verdad o mentira, pero de puertas afuera la realidad se muestra así.

En último lugar, Navarra basa su “navarridad” y su religiosidad en la ideología. Es decir, el ciudadano, sea nacionalista, progresista o conservador, al margen de que valor dé a la economía, la justicia social, a su postura respecto a la inmigración y, en definitiva, a la política en el sentido amplio de la palabra, condiciona su voto en función de la identidad Navarra y de valores religiosos.

Cierto es que todos los partidos dan un plus mayor o menor a cualquiera de las dos variables. En el caso de UPN, Bildu y Nabai2011, Navarra es un elemento de venta electoral superior al del resto de partidos. No quiere decirse con esto que el resto no reconozca ni se considere tan navarro o más que los demás, pero tanto el PSN, como Izquierda-Ezkerra y el PP, si lo midiésemos en una escala, quedarían alejados del valor que dan a los símbolos forales de nuestra comunidad. Y del mismo modo, ocurre con la religión y los valores conservadores, a pesar de que los matices cambian el panorama.

En conclusión, Navarra, como marca, vende, y mucho. La religión y sus connotaciones en relación con el aborto, la eutanasia o el valor de la justicia social de la Iglesia católica, también. Ahora bien, en tiempos de crisis y de desafección política hacia los cargos institucionales, sería muy valioso conocer qué pesa más: ¿Navarra, en versión vasca y española, o el empleo y la economía? El 22, la respuesta. Y, quizá, también una pista tan determinante como las encuestas a la hora de vender el programa electoral.