Los analistas y medios de comunicación serios y solventes, los que pagan a asesores para dar datos, pronostican que la campaña electoral se dilucidará en gran medidad a través de las redes sociales, especialmente por medio de Twitter. Y los políticos han captado la idea y meten más horas que un reloj en la red social para hacerse con el anhelado voto. ¿Cómo? Escribiendo frases de 140 caracteres a diestro y siniestro. Inciso; los de diestras más que los de siniestras. Cierro inciso.
Súbitamente, y engrosando las listas de seguidores a diario, se prodigan en Twitter políticos de todos los pelajes. Unos se apuntan y nunca más se supo y otros, con buen criterio, se dedican a cultivar a sus contactos. Aunque no siempre con el tino necesario.
Recientemente, se ha publicado una micro encuesta en la red social del pajarito - que ya veremos en qué se convierte a finales de mayo-en la que uno de los candidatos se llevaba de calle el tema de seguimiento y atención a sus contactos virtuales.
Cierto es que dicho político suele estar a las duras y a las maduras. Responde tanto a halagos como a críticas y discusiones, siempre con atención y educación. Eso sí, tiene un equipo de asesores que gestiona una cuenta promocional de su partido – “cien gaviotas dónde irán”, que cantaba Duncan Dhu- que le va a hundir la campaña. Entre que escriben el nombre del jefe con faltas de ortografía –quizás crean que cambiando la uve por la be, lo euskaldunizarán y rascarán algún voto abertzale indeciso- y que twittean frases que no caben y quedan inclonclusas, dan ganas de unfollowearle. Al equipo, no al jefe. Y ante un grave incidente surgido en sus filas –sección Europa- no han sabido salir al quite de la situación dando la cara por su colega ideológico. Han hecho mutis por el foro; el jefe y la cuenta del partido. Si se repitiera la encuesta, habría que ver cómo quedaría.
De otro partido potente en Navarra, - será una rosa…- el jefe twittea con cicatería. Tarda en responder preguntas, si las responde, y da toda la impresión de que el tema twittero no le gusta nada. Para eso tiene uno de sus candidatos, que se ha puesto las pilas y responde a preguntas y escribe consignas y promesas partidistas a destajo. Pero quizás necesitarían un poco más de artillería, porque un solo candidato haciéndose cargo de todo da imagen de pobreza política. La encuesta de situación en la red no les ha hecho cambiar su actitud un tanto abandonada, de donde se deduce que consideran más efectivo el sistema bus-puerta-a-puerta.
Del tercer partido en discordia – y me refiero al primero de los navarros- la cosa estaba sosa cuando se realizó la micro encuesta. Algún concejal que respondía con mucha corrección, algún fiel seguidor que les sacaba las castañas del fuego, y una futura presidenta que no teclea 140 caracteres ni loca porque ve el sillón tan seguro que para qué molestarse en hacer campaña.
En cuestión de una semana, tras la publicación de las listas electorales del foralísimo partido, la participación de sus candidatos en Twitter se ha elevado a la enésima potencia. Yo diría que han desbancado con creces al que fuera número uno en el citado sondeo. Y lo hacen bien y con estilo. Hay que reconocer méritos a quien se lo merece.
Y los partidos minoritarios abren cuentas pero su actividad es inapreciable y los que se activan se ponen monotemáticos y aburridos. Incluso cansinos. De hecho, uno de los candidatos, falto de tacto, va a conseguir que los pocos votos que hubieran podido sacar los acólitos del señor que se reía con el terrorismo se vayan a otro lado. De momento, como no le guste lo que alguien le dice, lo borra de su lista de seguidores. No parece una estrategia muy inteligente rechazar al posible votante en lugar de intentar ganárselo.
Así que, señores y señoras candidatos. Lo que necesitan ustedes es que alguien les diga con criterio y objetividad cómo tratar a los twitteros, cómo refrenar a sus seguidores exaltados que les restarán votos, sin duda alguna, y cómo ganarse a los que todavía nadan entre dos aguas. Necesitan un agitador de masas, un reconductor de temas, un guionista que les eleve su popularidad hasta conseguir la simpatía del indeciso. Asesórense. Y bien.
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