En este artículo de junio de 2010, nuestros colaboradores daban algunas claves para entender el proceso que ha seguido, en los meses siguientes, Eusko Alkartasuna. El polo soberanista que parecía estar gestándose entre EA y la izquierda abertzale ilegalizada podía tener como precio los acuerdos que la formación de Peio Urízar tenía firmados con sus compañeros de viaje en NaBai.
Por JUAN JOSÉ DOMÍNGUEZ y MIKEL OTAEGI
Analistas políticos e informados en abundancia
El pacto EA-Batasuna, con el permiso de ETA y una futura inclusión de Aralar, podría competir para ser la primera fuerza en Euskadi. En Navarra, por el contrario, los independentistas a duras penas alcanzarían la tercera posición, pues ETA ha puesto una bomba trampa dentro de Nafarroa Bai que ha dinamitado el proyecto transversal presentado por la coalición en 2007. De hecho, las discrepancias del PNV, Batzarre y los independientes con EA-Aralar son de envergadura. En algunos casos, insalvables. Y estos encontronazos, electoralmente, se pagan: un porcentaje notable de ciudadanos que votaron a los de Uxue Barkos se siente defraudado y no entiende que se pacte o flirtee con la izquierda abertzale. Hoy, probablemente, Nabai quedaría la tercera o cuarta fuerza como publicó El Mundo en un reciente estudio demoscópico.
Y es que desde su nacimiento, los atentados de ETA y los movimientos tácticos que ejecutan se basan en un cálculo racional de posibilidades: los terroristas de ETA no son unos descerebrados, sino, más bien, unos asesinos fríos que miden a la perfección cada maniobra en busca de unos objetivos políticos muy bien definidos. En este momento van dirigidos a marcar las pautas del cónclave EA-Batasuna, su nueva vanguardia política; pero, a largo plazo, y sobre todo en cuanto se acerque la convocatoria de las elecciones municipales y forales de 2011, tratarán de engullir a Aralar con el fin de multiplicar su mercado electoral. Si por algo se distingue la izquierda abertzale es por su capacidad de poner en funcionamiento el aparato de propaganda y un organigrama hermético. Luego, a mandar.
Por ahora ya han conseguido lanzar, con la complicidad de EA - y a la espera de que Aralar, si lo ve oportuno, entre de lleno en ese “polo soberanista” -, un proyecto independentista que tendrá una presencia segura en las elecciones municipales y forales de 2011. El acuerdo alcanzado entre Batasuna y Eusko Alkartasuna no sólo obliga a las partes firmantes a limitar su actividad por medio de las vías pacíficas y a trabajar por la independencia y por la constitución de un Estado propio; les obliga, también, a unos mínimos programáticos en ámbitos como la democracia participativa, la justicia social, el medioambiente, la educación, la salud y el euskera. Los radicales no se han movido un ápice en sus reivindicaciones nacionalistas y de izquierdas; ha sido EA quien ha transitado el camino de la incoherencia entre las faldas del PNV y la socialdemocracia de escaparate. Ese tránsito les ha llevado a comulgar con unas bases programáticas, aunque poco concretadas en el documento. En realidad, son directamente afines a la tradición de la izquierda abertzale.
Posibles caminos
Así pues, se abren dos posibles escenarios para las elecciones: que Batasuna, tregua de ETA mediante, encuentre la fórmula para presentarse, o que los tribunales, previa reforma de la Ley de Partidos, se lo impidan. El primero de ellos, el poder presentar un partido político propio, es el que más gusta entre los radicales, pero el Gobierno de Zapatero no parece dispuesto a pasar por el aro. Si la izquierda abertzale quiere asegurar su presencia electoral tendrá que optar por una plataforma en común con EA, "contaminando" sus listas y arriesgándose a la ilegalización del partido de Pello Urizar, o ceder sus votos a EA y asegurarse de que cumpla con un programa de su gusto. Ahí entra en acción el pacto del domingo y la Comisión de Coordinación que prevé para "el cumplimiento y desarrollo del mismo".
Para Eusko Alkartasuna todo lo que suponga recibir los votos de Batasuna supone su salvación. Tras la escisión de Hamaikabat, la base social con la que cuenta el partido fundado por Garaikoetxea es un misterio. Si H1! forma una coalición con el PNV, la presencia de EA en las instituciones podría quedar reducida a la mínima expresión, precipitando su extinción como partido de relevancia en Euskadi. El apoyo de la izquierda abertzale, que es más un trampolín que un salvavidas, depende de que ETA no entre en acción. Por ahora el cielo se les presenta despejado: algunos medios de comunicación especulan con la posibilidad de que en verano la banda declare una tregua, una exigencia expresa de los mediadores internacionales que firmaron la Declaración de Bruselas. De confirmarse el alto el fuego, o si la banda terrorista sigue sin atentar, la izquierda abertzale no estará obligada a condenarla. El pacto del Euskalduna es lo suficientemente flexible como para admitir, sin peligro de ruptura, la ambigüedad de los radicales mientras EA rechaza a ETA, tal y como lo hizo el lunes su secretario general en ETB. Pero si la banda actúa, sólo la condena directa de la izquierda abertzale salvaría el pacto, salvo que EA esté dispuesta a transigir también con la equidistancia ante el terrorismo.
Con una ETA en hibernación, el acuerdo bipartito tiene muchas posibilidades de formar un polo soberanista junto a Aralar y Alternativa (escisión de EB), y conseguir unos 300.000 votos. En Navarra, llámese con el nombre que quieran, parece difícil que puedan lograr los 80.000 que en 2007 obtuvo Nabai. Ello sin contar los 18.500 votos nulos que obtuvo la izquierda abertzale. Que la entente independentista dependa directamente de las decisiones de ETA puede espantar a los miles de electores progresistas y moderados que confiaron en la plataforma Nabai. Por lo tanto, el precio a pagar del proyecto soberanista es Navarra. Curiosa contradicción: ETA ha situado siempre a Navarra como una pieza clave e innegociable.
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