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Análisis postelectoral en Canal 6 Navarra

El colaborador de este blog Juan José Domínguez ofreció la semana pasada un análisis de los resultados del 22-M y de las posibles líneas maestras del futuro próximo. Lo hizo en el informativo nocturno de Canal 6 Navarra, en cinco minutos que podemos compartir con los lectores de Elecciones Navarra 2011 gracias a que esta televisión cuelga algunos de sus contenidos en Youtube.


La entrevista es previa al anuncio del Partido Socialista de Navarra de que no contemplaba la formación de un Gobierno encabezado por Roberto Jiménez y que pudiese lograr la investidura con el apoyo de NaBai 2011, Bildu e Izquierda-Ezkerra, puesto que fue grabada el jueves por la noche.

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Seguimiento de la noche electoral

Te invitamos a leer, pero sobre todo a opinar. No tienes ninguna dificultad para escribir lo que quieras. Esto funciona como si fuera un chat. Esperamos tus comentarios, también tus preguntas, tus ideas... todo, eso sí, desde el respeto y la buena educación. Por favor...

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Una mañana con apoderados e interventores

Son la cara de los partidos en los colegios electorales. Las escenas aquí descritas, aunque ocurridas en un colegio del bilbaíno barrio de Indautxu, se han repetido en todos los lugares en los que se celebran elecciones municipales y forales. Una mañana, desde las ocho y hasta las tres de la tarde, con apoderados e interventores da para conocer cuáles son sus misiones, y algunas anécdotas casi imprescindibles.



Un artículo de
JAVIER DOMÍNGUEZ

A las 8 de la mañana, hay caras de sueño, búsquedas en los carteles informativos y papeletas ordenadas. 15 blancas, municipales, y once sepia, para las Juntas Generales. Representantes de la Administración se mezclan con apoderados e interventores de los partidos que se reparten documentación y acreditaciones. Y los miembros de las mesas buscan el aula donde tienen que constituirse como tales. Algunos acuden como suplentes, y poco después se marchan, con sonrisas de alivio. “He madrugado y se me hará largo el domingo”, dice un hombre. Otros no tienen tanta suerte, y los suplentes se convierten en titulares por la ausencia de quienes le precedían.

Apoderados e interventores vigilan que todo esté en orden y recogen las copias de las actas de constitución de mesa. Mientras, comentan algunas anécdotas, como la presencia de un vocal en una de las mesas con una chapa del movimiento 15M. Surgen dudas: ¿es una reivindicación? “Le pedimos que se la quite”, sugiere uno. “No pone No les votes, así que no es ninguna incitación al voto”. Al final, no hay discusión, y la chapa se queda en la solapa del joven.

En el pasillo, una mujer casi octogenaria, con su acreditación, se sienta en un banco. “Ésta es de las veteranas, lleva viniendo desde la Transición”, dice una apoderada de su partido. Pronto llevan un termo con café para ellos. Algo después, militantes de otro partido acercan al colegio unas bolsas con algún tentempié para los suyos. “Ahí, ahí, que se os vea la acreditación, que si no éstos se mueven como si fuera su cortijo”, ríe uno de ellos, ante la preeminencia de representantes de otra formación.

La movilización
A las 9, comienzan las votaciones. Los interventores se colocan junto a las mesas electorales, tomando datos igual que los miembros de la mesa. “Vota”. Revisan los números en su censo, van contabilizando cuántos electores pasan. A cada hora, alguien pregunta cuántos han votado y saca el correspondiente porcentaje. Del ocho se pasa al 21, y del 21 al 38. “Mucha gente, está viniendo mucha gente”, dicen. Algunos apoderados, mientras pululan por los pasillos, hacen sus elucubraciones de a dónde irá toda esa movilización. La participación hace optimistas o expectantes, según toque, a quienes deambulan por el colegio electoral. Y se comenta que no hace demasiado malo, ni tampoco bueno; que llueve, pero no demasiado; que quizá es el mejor tiempo para animar a votar. Politología peripatética hecha alrededor de un patio de colegio.


En el transcurso de la mañana, los votantes se acercan a los representantes de los partidos, a preguntar si saben dónde está la mesa 6, si tienen que ir “a donde el año pasado” o cuándo es la mejor hora para venir “con mi madre, que va en silla de ruedas. ¿Cuándo hay menos gente?” Algunos se acercan al de una formación como podrían acercarse al de otra. Pero hay quienes, según la tarjeta que lleven, mira con recelo a los apoderados e interventores. Las acreditaciones cuelgan de cintas del color corporativo. Y los apoderados cuidan el detalle: si alguien quita la goma que sujeta las papeletas de su partido, el del otro quita la goma del fajo de sus papeletas o vuelve a colocarle la goma al del otro. “Que no parezca que la gente ha cogido sólo de un montón”. Todo está medido y calculado.

No faltan las anécdotas. Un hombre pregunta a un apoderado dónde está la mesa “U”, que no es sino la denominación abreviada de una mesa “única”, sin división por letras en A y B. Otra joven cuestiona si es que faltan papeletas, ya que no encuentra entre las de candidaturas al Ayuntamiento la que ha cogido para Juntas Generales. Le explican que no todos los partidos se presentan a las dos instituciones. A veces, se rompe algo la rutina cuando aparecen unos cuantos periodistas porque llega a votar un político de primera línea; o cuando un joven intenta votar con el ENA, el carnet de identidad vasco, y el presidente de la Mesa no se lo permite. “Dice que otras veces ha votado con él y le han dejado, pero esta vez no. Votará con el DNI y pondrá abajo una reclamación”, dice una de las representantes de la administración pública. Los apoderados de formaciones distintas comentan la jugada, con posiciones divergentes pero desde la armonía y la concordia.

Y entre mayores, jóvenes, adultos, adultos con niños, jóvenes acompañando a ancianos y muchos sobres con papeletas ya traídos desde casa, transita arrastrando los pies una anciana, agarrada al que parece su hijo. Se queda mirando la puerta de una de las clases. “¿Le puedo ayudar en algo?”, pregunta un apoderado. “No, tranquilo”, responde la mujer: “simplemente, le estaba enseñando la clase en la que aprendí a leer, hace 70 años”.
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Medios y políticos: parejas de hecho

Desde Bizkaia escribe nuestra colaboradora Estefanía Jiménez para analizar la relación entre los medios de comunicación y los partidos políticos. Es ésta una simbiosis necesaria que, según la cita electoral de la que se trate, tiene sus propios condicionantes y reglas del juego. Estefanía, junto a otros especialistas, ha analizado la cobertura de las elecciones forales en territorio vizcaíno y llega a conclusiones que, quizá, también podríamos acabar compartiendo en el caso navarro.

Un artículo deESTEFANÍA JIMÉNEZ

A estas alturas nadie osaría poner en cuestión la indisoluble relación entre políticos y medios de comunicación, un matrimonio simbiótico e interdependiente que contribuye a dirigir la opinión del público en uno u otro sentido. Durante las elecciones este fenómeno resulta todavía más evidente: la el simple ejercicio de comparación asistemática aporta pistas jugosas de aquellos aspectos de la realidad que una cabecera destaca sobremanera y cuáles intenta pasar por alto. El resultado es que los temas que a lo largo de una campaña electoral se ponen sobre la mesa tienden a resultar distintos en función de la cabecera de cabecera –permítanme el tonto juego de palabras- de cada cual. Y como afirmó allá por los años 60 Cohen, no uno de los hermanos cineastas ni tampoco el cantante canadiense, sino el clarividente intelectual llamado Bernard, puede que la prensa no consiga decir a la gente qué debe pensar, pero es “sorprendentemente capaz de decir a los propios lectores en torno a qué temas deben pensar algo”.

Dar más o menos cancha a los Indignados es tan inocente como sacar a la luz la irregularidad contable que atañe a un partido o recordar un supuesto caso de hipotética corrupción todavía no resuelto -pero que a base de regulares menciones sigue vivo, “que se sepa”-. Y normalmente la intuición no se equivoca: cada pescador -cada periódico- tiene bastante claro en qué caladero pescar y dónde debe poner el foco.

Esta campaña no he advertido, no al menos en la prensa vizcaína, que he analizado de manera exhaustiva junto a mis compañeros del observatorio Elecciones Forales 2011, que unos políticos hayan dedicado a otros ni las palabras gruesas ni las descalificaciones personales de las que algunos políticos fueron objeto en el pasado. Y estoy pensando, por ejemplo, en la demonización de Juan José Ibarretxe de la cual participaron muchos medios estatales al amplificar un cierto discurso madrileño más empeñado en empañar una propuesta que en responderla desde la ortodoxa dialéctica política.

Sospecho que tanto en Euskadi como en Nafarroa este año la mayoría de los exabruptos se los ha llevado, los primeros días de campaña, el mismo saco de los golpes: Bildu, que en su abstracción es un poco como no señalar a nadie con ojos y cara, o señalar unos ojos y caras poco preocupados por lo que diga la prensa no afín. Pero lo cierto es que de descalificación personal, ha habido poco. Lo cual saludaría con alegría si no hubiese venido acompañado por unos discursos periodísticos que se han cuidado muy mucho de dirigir la información electoral por caminos interesados. Prensa y política: pareja de hecho bendecida por la costumbre, la lógica y la evidencia empírica, que en ocasiones se da por hecha pero en otras se disfraza bajo una pretendida y falsa equidistancia, la de los novios que en público disimulan sus pulsiones pero no por ello son menos fogosos como amantes.

Las crónicas periodísticas ayudan a digerir más fácilmente las palabras del candidato de turno, enmarcándolas en un contexto que supuestamente debería explicar el porqué de unas declaraciones o las implicaciones de una decisión. Nada más árido y menos interesante que una noticia que reproduzca, palabra por palabra, los discursos obligatoriamente forzados de un acto electoral. Pero de la contextualización o la priorización de unas cuestiones sobre otras a la abierta valoración, va un trecho: ese adjetivo que sugiere que el candidato no cumple, esa frase que da a entender que estaría dispuesto a pactar con Belcebú para seguir “acomodado” en el sillón municipal, ese altavoz dispuesto a amplificar, entrecomilladas y en titulares, pero de manera sistemática, declaraciones de unos políticos cuestionando la actividad de sus oponentes… oiga, eso ya tiene más que ver con algo que poco tiene que ver con la información. Y como tal, debería quedar claro. O si no, corremos el riesgo no ya de ver la realidad del color del cristal con el que la miremos, sino de acabar asumiendo como única una visión forzosamente parcial diseñada a la medida de unas necesidades que, desde luego, no son las de la ciudadanía. Y encima, creernos que estamos bien informados.
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