Abstención, indignación y el 70% de participación

Abstención es la palabra mágica que condicionará el reparto del voto en Navarra el próximo domingo, 22 de mayo. En principio, si la participación alcanza ese día el 70%, es posible que el bloque de centro derecha sume la mayoría absoluta. A no ser que los “indignados” acudan a las urnas y le den un vuelco.

Un artículo de
JUAN JOSÉ DOMÍNGUEZ

Huelga decir que entre el grupo de indignados, jóvenes en su mayoría, se encuentra el grupo potencial de abstencionistas crónicos (los que no votan nunca) y el de los coyunturales (los que votan solo dependiendo de qué tipo de comicios se celebre). Y tanto unos como otros optan por siglas alejadas de UPN, PP y PSN. Habrá que ver qué sucede finalmente.

Tengo muchas dudas de que se produzca una movilización tan alta, debido al rechazo generalizado hacía la clase política, por mucho que las encuestas sitúen ese guarismo tan alto en todas la encuestas, vengan de un grupo editorial u otro. Personalmente, he visto una clara intencionalidad tendenciosa para activar, movilizar y desactivar a determinados sectores de la población. E incluso me cuesta creer que los “indignados” puedan dar un vuelco a las elecciones. Eso sí, en la Comunidad foral, Bildu puede ser un valor en alza para todos los que, cabreados con el sistema, quieran castigarlo con su voto “malahostia”.

Desde que sigo con interés sociológico las elecciones en Navarra, nunca, ni una sola vez, me había despistado tanto la abstención para analizar la intención de voto. Las herramientas politológicas y las técnicas de investigación social para pronosticar los resultados ya son de por sí complejas. Pero en esta ocasión, las encuestas, quizá la fórmula más eficaz para vaticinar el comportamiento electoral de los ciudadanos, aún confunden mucho más: en el último mes, y sobre todo el fin de semana pasado, los estudios demoscópicos nos han presentado un cúmulo de disparates. Día a día, los diferentes medios nos han presentado una representación parlamentaria y municipal desatinada, confusa y contradictoria en la intención de voto. En definitiva, no me creo ninguna, aunque las respeto todas, puesto que confío en la profesionalidad de las empresas que las han elaborado. Ahora bien, también sé que la presentación final de la intención de voto lleva una cocina del 30%. Casi nada como para fiarse de ellas.

Mi vaticinio inicial en cuanto a la participación en Navarra lo situaba entre el 64-66% como mucho. La desafección política hacia nuestros representantes es de tal magnitud que nunca la clase política había subido al tercer puesto. Por eso, como no tenemos referencias históricas respecto al rechazo hacia los políticos, resulta difícil acercarse a un porcentaje aproximado. Es más, ningún medio, o casi ninguno, se ha ocupado de estudiar el fenómeno de la baja participación. Todos dan por hecho que oscilará en torno el 68%.

Desconozco qué sucederá, y el sentido común me dice que el panorama político en Navarra quedará fragmentado como hasta ahora, más allá de la división parcial de la derecha, la división de los nacionalistas, la bajada del PSN y la incertidumbre de IU: pero lo que ocurre en varias ciudades españolas, con las protestas contra la clase política y los banqueros lejos de apagarse crece por horas y ya podemos hablar de un incendio de rebeldía civil y pacífica. Lo confieso: en estos momentos la abstención aún me desconcierta más que antes y creo que, como he apuntado en el primer párrafo, si la suma de electores llega al 70% el centro derecha tiene asegurada la mayoría absoluta. Con todo, no descarto, en función de cómo crezca la movilización contra los políticos y los banqueros - la cual llega hasta Navarra, aunque no se visualice en la calle -, una participación en torno al 70% pero en dirección contraria. Es decir, si los “indignados”, que suman a ese 50% de jóvenes a los que hastiaba acudir a las urnas, deciden meter la papeleta, los principales beneficiados serán Bildu, Nabai 2011 e Izquierda-Ezquerra.